un relámpago
y un tren alcanzado
por un sinfín de rostros ajenos
del otro lado,
las calles de tierra
y el aire de los pájaros
y esa niñez propiamente mía
y reconozco la plaza
y los juegos descascarados
y el almacén del viejo verde
y la intrépida subida a los árboles
y las 12 para ir a la escuela
con la corbata desilachada
y el pequeño despeinado
y la polenta recalentada
y las medias un poco sucias
y yo,
q cada tanto me traslado
al barrio El gaucho
a la gris y blanca vereda
q vió dar mis primeros pasos